La mayor colección de frascos de perfumes de Argentina está en Areco

Se llama Norma de Simone y si bien tiene el frasco de loción que era el preferido de Napoleón Bonaparte, se declara fanática de las marcas nacionales, las que reverberan en la memoria emotiva de los argentinos.

“El perfume es la forma más intensa del recuerdo”, aseguraba el perfumista Jean-Paul Guerlain. Norma de Simone puede confirmarlo: durante 45 años fue armando una colección de más de tres mil frascos de perfume que exhibe en De ayer y hoy, una casona que construyó especialmente en San Antonio de Areco, donde realiza visitas guiadas en las que cuenta las historias escondidas detrás de cada envase.

Ubicada a pocas cuadras de las principales atracciones de San Antonio de Areco, la de Norma es una propuesta original que se separa de las tradiciones gauchescas. Apasionada, generosa y autodidacta, comparte los conocimientos que fue adquiriendo con cada frasquito llegaba a sus manos. Su colección es mucho más que una acumulación de frascos, es un recorrido rico en historias y emociones. “La pasión por los perfumes –relata– comenzó con los recuerdos, con las sensaciones que me producían los frasquitos. Algunos me los había regalado mi tía a la que yo adoraba. Yo los veía en su casa, ella era muy coqueta y me generó el amor por los frascos y por la historia. Así empecé hace 45 años, juntando de a poquito los frascos que me traían recuerdos o que me habían regalado personas queridas. Fui juntando cada vez más, y después no pude parar.”

 

Empezó guardando esos recuerdos en vitrinas en el garaje de su casa y fue ampliando la colección con frascos que compraba en perfumerías y ferias de antigüedades, pero, sobre todo, con las donaciones que aún recibe de gente que conoce su pasión. “La gente es muy generosa –se conmueve–, me regalan mucho. Los vecinos de Areco traen cajas enteras o incluso gente que se entera a través de Facebook. Cuando muere una abuelita o una persona mayor muchas veces los familiares no saben qué hacer con los frascos y me los traen. Para mí es un gran honor, una emoción enorme”.

Una casa para los perfumes

Norma trabajó como asistente social en San Andrés de Giles durante muchos años ayudando a familias en situaciones vulnerables, un empleo que la apasionaba tanto como los perfumes. Su esposo, Justo Nikoloric, la apoyaba en lo que por entonces todavía era un hobby. Construyó dos vitrinas que Norma todavía conserva para ordenar su colección en casa.

Cuando la colección ya tenía casi mil piezas, Norma empezó a soñar con armarle su propio espacio. Había quedado viuda hacía algunos años y el proyecto fue tomando toda su energía. Con mucho esfuerzo compró un terreno cercano a la zona céntrica y de a poco fue dando forma a su sueño. Tuvo que enfrentar dificultades y construir la casa sobre pilotes cuando descubrió que era inundable. Su sobrino, Nicolás Urresti (arquitecto) la ayudó con el proyecto, y sus hijos Bernardo y Milko la asistieron con la electricidad, la herrería y la construcción del lugar, que tardó varios años hasta que pudo abrir al público en 2016. El resultado de su voluntad y del esfuerzo familiar es la espléndida casa con frente de ladrillo a la vista, dos salones, una galería, dos baños y un altillo.

En la actualidad tiene 4500 frascos, de los cuales 3200 están en exhibición. Durante años fue haciendo un minucioso trabajo de clasificación: “Tengo todos los frascos catalogados con su año y la historia en una carpeta. Yo ya estoy grande, el día de mañana no sé qué va a pasar con mi colección, pero quiero que toda esta información quede para alguien y que lo siga.”

Aunque parte de eso está disponible en internet, en muchos casos, como con los perfumes Griet, por ejemplo, tuvo que hacer un trabajo artesanal de investigación en el que fue recortando avisos publicitarios de antiguas revistas y con ellos iba reconstruyendo la historia de los frascos. También se contactó con las pocas fábricas casi centenarias que sobreviven, como Roseto, y les pidió frascos de sus lociones antiguas, como Gotas de Amor.

 

Su afán de coleccionista siempre requirió mucha dedicación. A fuerza de estudiar y experimentar, fue acumulando experiencia: “Hace muchos años intervine en un concurso de colecciones en Mar del Plata, pero tenía muy poco espacio para llevar mi colección. Como muchos de los perfumes estaban por la mitad, los vacié para llevar menos peso y el jurado me quería matar. Ahí aprendí que el frasco tiene más valor si está lleno, desde entonces siempre trato de conservar aunque sea un vestigio del perfume”

La visita a la colección de Norma es una experiencia que puede durar unos minutos o toda la tarde, de acuerdo al interés de los visitantes. Ella está dispuesta a compartir todo lo que sabe y a satisfacer la curiosidad sobre cada objeto. El lugar es apacible, espacioso, y cada antigua vitrina es una joya en sí misma con sus vidrios biselados y maderas nobles. Adentro brillan los diseños de los frascos con sus tapas sofisticadas y sus cristales facetados.

De aquí y de allá

En una de las salas exhibe frascos de perfumes nacionales y en la otra, extranjeros. Sus preferidos son los que le despiertan una conexión emotiva. “Los que más me llegan son los nacionales, porque cuando yo era joven los perfumes que usaba –como Altai y Polyana– eran fabricados en Argentina, los veía en mi casa, en la de mis tías. Tengo frascos de orfebres como Van Cleef o Boucheron con envases divinos, pero a mí me gustan más aquellos que me relacionan con algo”. Revela, además, que su marca preferida es Myrurgia, una casa española que en los años ‘40 tuvo su fábrica en la Argentina, y que también atesora un ejemplar de Lina B de Gaham, un perfume nacional muy exclusivo.

Una de las joyas más antiguas de la colección es la famosa Agua de Colonia 4711, la preferida de Napoleón Bonaparte, creada en 1803. El número 4711 proviene de la dirección. Quedaba a esa altura de la calle Glockengasse, en el centro de la ciudad de Colonia, Alemania.

En las vitrinas se lucen también productos traídos de Francia, Rusia, India o Japón. Muchos de los frascos están relacionados con artistas, películas o deportistas. Norma, también aficionada al cine y la lectura, cuenta que se interesó recientemente por la serie Halston, en la que se detalla el proceso de fabricación de los perfumes y envases del diseñador, también consiguió Fleurs de Rocaille Caron, la fragancia mencionada en la película Perfume de Mujer, y se apasionó con el libro El Perfume de Patrick Süskind.

 

Además de admirar los diseños, Norma invita a completar la experiencia oliendo el Agua de Colonia 4711 –un viaje en el tiempo–, las notas orientales del patchouli, o un antiguo frasco que está vacío, pero aún conserva el aroma a rosas.

A los 77 años, Norma se reconoce muy activa –hasta hace poco llegaba a la casona en bicicleta– y reparte su vida entre la pasión por los perfumes y su familia. Publicó Historias perfumadas, un libro que publicó la imprenta de San Andrés de Giles, en el que comparte el conocimiento que adquirió en todos estos años. Sus nueras Daniela y Eliana colaboran cuando se juntan muchas visitas en la casona, que se llena de vida cuando llegan sus nietos. Está muy agradecida con su familia, sus sobrinos, sus amigas, los vecinos y todas las personas que apoyan su proyecto regalándole frascos para su colección.

Norma se despide con una expresión de deseo: “Me gustaría que más gente conociera el museo porque vale la pena. Hay gente que mira de afuera y sigue, el otro día una pareja se fue porque dijeron que querían “un lugar con historia” y que “estos son frascos, nomás”. Para mí no son solo frascos, están catalogados, tienen una historia, tienen además un significado emotivo. Una vez vino una persona que lloró todo el tiempo porque los frascos le hicieron recordar a su mamá que había fallecido hacía poco. El frasco te motiva, te trae recuerdos, es algo especial”.

Datos útiles. “De ayer y hoy”, Colección privada de frascos de perfume de Norma de Simone. José Antonio Guiraldes 130, San Antonio de Areco. Tel: 02326 45-2445. Sábado de 11 a 18 – Domingos y feriados 11 a 13 y de 15:30 a 18:30 – Los horarios son flexibles y Norma está dispuesta a abrir su local a pedido. También se realizan visitas escolares. Entrada general $100. $70 para jubilados. Niños sin cargo.

Fuente: La Nación

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