Francisco Durañona: “Bicentenaria inmadurez”

La publicación del intendente Durañona que refiere a la situacion actual del país, en medio del debate por el acuerdo con los buitres:

Será casualidad que a pocos días de celebrar los 200 años de la Declaración de la Independencia Argentina estemos pidiendo a gritos volver a la dependencia?

Será que los argentinos no hemos logrado aún madurar lo necesario como para animarnos a caminar solos, aún en las noches más oscuras y sin luz?
Seremos, quizás, como esos adultos acostumbrados a la “comodidad” de la casa paterna que se niegan a desarrollar sus propios proyectos puertas afuera del seno materno?

O tendremos Síndrome de Estocolmo, y nos terminamos enamorando de nuestro opresor?

Son tantos los interrogantes. Me cuesta mucho entender cómo es posible perder la memoria en tan poco tiempo. Si era ayer nomás, cuando aplaudimos a Néstor hasta arder las manos viendo sus primeros viajes al exterior como Presidente tanto en Estados Unidos como en el Viejo Mundo, enfrentando a los “grandes líderes” de los países centrales advirtiendo que no permitiría que sigan poniendo de rodillas a la Argentina.

Era ayer cuando festejábamos todos…sí, todos, la cancelación de la deuda con el FMI, agotados de que vinieran de afuera a decirnos lo que teníamos que hacer, con recetas que lejos estaban de la inclusión, de los sectores vulnerables, de dar a cada uno lo suyo.

Muchos aplaudimos los canjes 2005 y 2010, y acompañamos la legislación necesaria para intentar blindar nuestra estrategia de independizarnos del yugo del endeudamiento. Intentamos, inocentemente, poner un cerrojo a la posibilidad de volver al pasado que tanto daño nos generó. Lamentablemente, todos sabemos que contra la estupidez humana que nos hace cometer una y mil veces los mismos errores, no hay cerradura que resista. El drama está en los cerrajeros, siempre acechando de cerca y haciendo alquimias e hipnotizaciones, utilizando diversos recursos para convencernos que aquellos cerrojos son viejos y ya no sirven.

Estamos a punto de observar, algunos atónitos, otros pataleando, muchos confundidos, la mayoría engañados, cómo Argentina vuelve a romper el cerrojo que pensamos que era una puerta que no se volvería a abrir, y que implica el pasaje a senderos desconocidos que nadie puede garantizar su destino. Lo peor de todo es que se reconoce expresamente la existencia de ese riesgo. Y peor aún, quienes reconocen la posibilidad de encontrar sombras y penurias al traspasar el umbral, son los mismos que deciden abrirlo.

No creo, y estoy absolutamente convencido de ello, que cumplir las condiciones impuestas por un juez neoyorquino violando nuestra soberanía e independencia como país, traiga solución alguna a problemas coyunturales de la economía. Problemas económicos que son más macro que micro. Y mi convencimiento no se basa en romanticismo, épica ni ideología. Los argumentos son más que objetivos, sólidos y convincentes. No porque sean míos, sino porque son muchos y preclaros.

En estas épocas de corrimientos, blandos de convicciones, negociaciones oscuras, acuerdos mercantilistas, oídos sordos al mundo (principalmente el Papa Francisco y, para los no creyentes, hasta la ONU), siento la obligación de hacer pública mi posición sobre el tema.

El pago de lo acordado por este Gobierno y el cumplimiento de las condiciones absurdas impuestas por el Juez norteamericano, son una clara violación e intromisión a nuestra soberanía e independencia, pone en serio riesgo las posibilidades de justicia social, profundiza el descarte y acentúa la antipolítica en favor de la concentración.
Y quiero ser muy claro en esto. Estoy de acuerdo en cancelar nuestra deuda y por eso aplaudí y seguiré aplaudiendo a Néstor por acordar defendiendo nuestros intereses y a Cristina por pagar en representación del Estado. Sí estoy convencido que hay que pagar toda la deuda, también la que no entró en el canje 2005/2010 y cualquier otra que tenga la Argentina. Pero no jodamos. No puedo ni podemos aceptar que bajo la idea de cancelar la deuda acordemos cualquier cosa, a las apuradas y poniendo en serio riesgo el presente y futuro del país.

Cuando escucho importantes referentes de la política nacional, recientes candidatos presidenciales y al mismísimo Presidente, solemnes periodistas y un coro de editoriales mediáticas coincidiendo en la injusticia del fallo, lo nauseabundo del acuerdo, las amenazas de la noche oscura que nos espera en caso de no pagar ya, empiezo a entender porqué el Indio Solari arrancó su concierto cantando “Nuestro amo juega al esclavo”.

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